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«Me pone y me avergüenza a partes iguales»

Esta es una de la frases que más escuchamos en consulta. Cada semana atendemos a personas que acuden a nuestro centro porque les gustaría dejar de sentir atracción por ciertos objetos o situaciones o bien abandonar algunas fantasías que consideran inusuales. Se sienten avergonzados por ese deseo y sufren cada vez que vuelven a dichos estímulos para saciar sus impulsos eróticos.

La Psiquiatría y Psicología han etiquetado bajo el epígrafe de parafilias a aquellos comportamientos en los que la fuente predominante de placer se encuentra en objetos, situaciones, actividades o individuos atípicos. Antes, se les llamó perversiones.

Sin embargo, no hay un consenso para establecer un límite preciso entre el interés sexual inusual y la parafilia. De hecho, el debate sobre si alguna de las consideradas parafilias deberían figurar en los manuales de diagnóstico o no, está abierto. Y es que, las consideraciones acerca del comportamiento calificado como parafílico dependen de las convenciones sociales imperantes en una época y lugar determinados. Ciertas prácticas sexuales, como el sexo oral o la masturbación, fueron consideradas parafilias hasta mediados del siglo XX.

El tabú asociado a la sexualidad y erótica contribuye a que sigamos sintiéndonos mal por nuestras vivencias y fantasías sexuales. El orden moral establecido cae como una losa y a pesar del placer obtenido, al hacerlo de una manera ‘poco frecuente’ o por sentir que es inadecuada, genera mucho sufrimiento.

A fin de cuentas, se trata de querer tener una sexualidad normal. Sin embargo, ¿sabemos a qué nos referimos cuando aspiramos a tener una vida sexual normal? Para responder, hemos tomado las palabras de la psicóloga y educadora sexual Emily Nagoski:

“¿Qué es normal y por qué es eso lo que quieres que sea tu sexualidad? ¿Por qué solo queremos ser normales en torno a la sexualidad? ¿No queremos ser extraordinarios? ¿Te gusta el sexo normal o quieres sexo increíble en tu vida?» Creo que, sin embargo, hay mucho miedo de ser demasiado diferente sexualmente. Cuando me preguntan, «¿Es normal esto que estoy experimentando?» Lo que en realidad me pregunta es: «¿encajo?» ¿Encajo en esta relación? ¿Encajo en esta comunidad de personas? ¿Pertenezco a la tierra como persona sexual? A lo que la respuesta es siempre un rotundo sí. La única barrera que hay, los únicos límites que hay son dos: uno, si experimentas dolor sexual no deseado, habla con un médico. Y dos: siempre y cuando todos los implicados sean libres y contentos de estar allí, y libres de irse cuando quieran, puedes hacer lo que quieras. No hay guión, no hay lugar donde encajar está permitido, siempre que haya consentimiento y no haya dolor no deseado, uno es totalmente libre de hacer lo que quiera.”

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