¿El deseo baja con la menopausia?
El estigma que acompaña a la menopausia se va rompiendo poco a poco, pues cada vez hay más mujeres que no se reconocen en los síntomas asociados al climaterio, el periodo de transición entre la etapa reproductiva y la no reproductiva y que incluye la última regla.
Lo primero es aclarar que el climaterio no es una enfermedad. Se trata de una fase vital más (como la infancia, la adolescencia y la vida adulta) en la que se produce el cese en la producción ovárica, acompañada de una variación en los niveles de estrógenos y progesterona.
Se suele hablar de los efectos negativos de esta disminución hormonal, enfatizando que puede derivar en la ganancia de peso, la pérdida ósea (que nos hace más propensas a la osteoporosis), el aumento del colesterol o la caída de cabello.
Los sofocos son otro de los efectos más conocidos de esta etapa de transición, y quizá sea el que genera más angustia en las mujeres porque son visibles para el entorno, se sienten como imprevisibles y no se pueden desatender. Cuando aparecen durante la noche, además, dificultan el sueño. Con todo, es lógico que estemos más irascibles o tengamos menos deseo.
Pero es que en el deseo hay implicados más factores. Las investigaciones más recientes indican que los aspectos subjetivos, como la comunicación con la pareja, la intimidad emocional, la expresión de afecto, el compartir placer físico, la autoestima (sentirse atractiva, femenina, apreciada, amada o deseada) el relax o el bienestar influyen de manera definitiva en las ganas de tener un encuentro.
Esa subjetividad también es distinta en función de la visión social de la vejez femenina, de la diversidad corporal y de la infertilidad. Si el contexto nos presiona para permanecer jóvenes, delgadas y fértiles; al alejarnos del ideal, podemos ver mermada nuestra propia autoestima. Se puede dar un rechazo al propio cuerpo, sentirse menos deseable y por tanto, que haya menos ganas de compartir según qué encuentros con la pareja
Sin embargo, cada vez más mujeres dicen no identificarse con todo esto. No nos quitemos mérito, nuestro trabajo nos cuesta desprendernos de las etiquetas machistas y elegir de forma autónoma qué pesa más en nuestra vida, sin que la respuesta nos lleve necesariamente a tener pareja y descendencia.
Por eso, es hora de superar los prejuicios asociados al climaterio y la menopausia. Y para ello, debemos hablar más de lo que nos ocurre en esta etapa vital, compartir experiencias y desprendernos de complejos absurdos.