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Cuando ambos tenemos una dificultad sexual

Se suele decir que “dos que duermen en el mismo colchón, se vuelven de la misma condición”. Y en lo referente a la sexualidad y la erótica este refrán se torna aún más cierto, también cuando aparecen dificultades.

En el encuentro de dos personas confluyen también dos biografías. Esas dos historias, forjadas por aprendizajes y experiencias individuales, deben encontrar un encaje con el otro si queremos que la erótica fluya.

¿Qué hacer cuando nos cuesta encajar? ¿Qué ocurre cuando las dificultades de uno se encuentran con las del otro? A continuación, repasamos un par de ejemplos.

Caso 1: Falta de orgasmos en ella + Eyaculación involuntaria en él

Ya hemos comentado en otros post que la eyaculación precoz no existe, porque no tenemos un criterio temporal que indique cuándo se debe ocurrir. Quienes nos consultan por este motivo, lo que realmente buscan es eyacular una vez que la mujer haya sentido un orgasmo o en el mismo momento del climax en ella. Y es que la eyaculación “mal llamada precoz” aparece solo en relaciones sexuales hetero.

Si la referencia de tiempo para eyacular es el que sea necesario para que ella tenga un orgasmo, entonces la cuestión se torna de una complejidad extrema cuando ella no lo tiene. En ocasiones, para la persona con pene, sentir que tiene que aguantar acaba derivando en un descontrol sobre el punto de no retorno y, por tanto, un descontrol de la eyaculación.

Caso 2: Pérdida de erección en él + Dolor en coito de ella

Hay hombres que se enfrentan al encuentro erótico con mucha ansiedad. La denominada “ansiedad de ejecución” condiciona su respuesta sexual de manera que el organismo se mantiene en estado de alerta, lo que puede derivar, en muchos casos, en la pérdida de erección.

Para que esto no ocurra, algunos hombres se apresuran por realizar el coito lo antes posible, por miedo a que si esperan, la erección se pierda. Sin embargo, es frecuente que su compañera sexual no haya tenido tiempo suficiente para lograr una excitación adecuada, y por tanto, una lubricación suficiente para realizar la penetración. Y de ahí surjan molestias y dolor.

¿Qué está ocurriendo realmente en estas parejas?

Cada situación es un mundo, pero si hacemos una radiografía general, es habitual que:

  • Hayan asumido que el hombre tiene la responsabilidad (presión) de “darle placer” a ella.
  • Consideren el coito como la vía adecuada para que ambos tengan un orgasmo.
  • La valía de él como hombre se mida en base a su capacidad de mantener una erección.
  • Crean que las relaciones sexuales son válidas en la medida en que ambos tengan orgasmos (a poder ser, simultáneos).
  • Piensen que una relación sexual lo es en tanto que hay contacto genital y orgasmos.
  • Se sientan ansiosos ante los encuentros sexuales, lo que dificulta que cada uno conecte con sus propias sensaciones.

¿Cómo solucionarlo?

Entendiendo que cada uno de ellos es responsable de su propio placer, lo que ayuda a rebajar las expectativas, la presión y, por tanto, la ansiedad asociada a los encuentros eróticos.

Replanteando el objetivo de las relaciones sexuales: La meta no tiene por qué ser el orgasmo, se trata de comunicarse y disfrutar a nivel íntimo. Pero además, si se quiere sentir un orgasmo, deberán buscar que cada uno disfrute del suyo sin necesidad de simultanear.

No es mejor orgasmo el que se siente a través del coito que durante otras prácticas. De hecho, sólo un 30% aprox de las mujeres dice sentirlo a través de la penetración vaginal. Por más que el hombre “aguante” para eyacular, puede que la mujer no llegue a un orgasmo si la práctica realizada es el coito.

Conocerse, saber qué es lo que nos estimula a cada uno y plantearlo al otro para poder compartirse y acompañarse en el placer, es clave.

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