¿En qué consiste el abuso sexual?
Según el informe sobre delitos contra la libertad e indemnidad sexual en España publicado por el Ministerio del Interior en 2019, 9.537 personas denunciaron haber padecido delitos sexuales en 2017 y casi la mitad de ellos (4.542) fueron menores de edad.
Más allá de las cifras, nos gustaría intentar comprender qué es el abuso, cómo puede darse y qué hacer si se ha experimentado.
¿Qué constituye abuso?
Hablamos de abuso sexual cuando dos o más personas realizan alguna práctica erótica en contra de la voluntad de al menos una de ellas, que es obligada a participar. La obligación o coacción a realizar esas conductas puede ser implícita o explícita.
Cuando la persona es obligada a participar en ese juego sexual bajo amenaza, chantaje o violencia, la coacción es explícita. Sin embargo, en muchos casos la persona abusada se ve coaccionada a participar de forma implícita, es decir, no es capaz de negarse. Y esta incapacidad ocurre porque se encuentra en una situación de desigualdad con respecto a la persona o personas que abusan de ella.
La asimtería o desigualdad en la relación puede deberse a la diferencia de edad o madurez (como ocurre en el abuso sexual infantil o hacia personas con discapacidad intelectual, por ejemplo); o por estar en inferioridad de poder (abusos sexuales en entornos laborales).
Por eso es fundamental la campaña sobre relaciones consensuadas que clama que “Sólo SÍ es SÍ” o “Si no hay un SÍ, es un NO”. Y es que, en multitud de ocasiones, la persona que es abusada no puede decir no, por sentirse desprotegida o en situación de inferioridad.
¿Qué conductas pueden ser abusivas?
Serían abusivas todas aquellas prácticas en las que la persona abusada es utilizada como un objeto sexual en un contexto de desigualdad como el descrito anteriormente. Por eso, el abuso puede ocurrir con o sin contacto físico. El abuso sexual ejercido a menores a través de Internet es un ejemplo de ello. También lo son el exhibicionismo, la masturbación delante de la persona, la observación de ésta desnuda, el relato de historias sexuales, la proyección de imágenes o películas pornográficas, etc. Cuando hay contacto puede incluir desde tocamientos, masturbación, contactos bucogenitales y penetración en los casos más graves.
¿Cómo distinguirlo de un juego divertido entre niños y/o niñas?
En estos juegos, las niñas y niños buscan conocer las diferencias anatómicas de unas y otros, así como imitar lo que creen que hacemos las personas adultas cuando mantenemos relaciones sexuales. Estos juegos son parte de su proceso de crecimiento y aprendizaje. Para diferenciarlos del abuso, nos fijaremos en las edades de los niños y niñas, lo que nos garantiza que todos ellos están jugando a lo mismo y le dan el mismo significado a lo que están haciendo.
También tendremos en cuenta que todos ellos lo están pasando bien y participan por igual. Y por último, es importante que se sientan libres para empezar o dejar de jugar en el momento que quieran.
Todo ello tratando de intervenir lo menos posible en el juego, si lo que queremos es transmitir una idea de la sexualidad positiva y cultivable.
¿Qué consecuencias emocionales tiene el abuso?
Cada persona tiene su propia vivencia. De hecho, ésta no siempre es negativa, y de ahí los matices en cuanto a sentirse víctimas, supervivientes o, simplemente, personas que han experimentado situaciones de abuso. Incluso hay quien no identifica los contactos abusivos como tal hasta que, en consulta, repasamos su biografía. Por eso podemos decir que no todos los abusos son iguales ni afectan de la misma manera a la persona que los vive.
Sin embargo, sabemos que algunos factores influyen en el impacto de las situaciones de abuso en la persona:
· La figura de la persona que abusa: que sea conocida o desconocida, la importancia para la familia o la comunidad.
· El acto abusivo: no es lo mismo que incluya contacto a que no lo incluya, por ejemplo.
· Con o sin violencia.
· La edad de la persona en el momento en que ocurrió el abuso.
· La duración de estas situaciones: es distinto en caso de que fueran algo puntual o se repitieran en el tiempo.
En lo referente a los abusos sexuales en la infancia, los problemas en la vida adulta pueden surgir en un contexto de vulnerabilidad generado por el abuso, pero provocados por circunstancias próximas en el tiempo (conflictos de pareja, aislamiento social, problemas en el trabajo, etc.). De no haber estas circunstancias adversas, aun habiendo sufrido en la infancia abuso sexual, podría no haber problemas psicopatológicos en la adultez.
¿Qué puedo hacer si he experimentado abuso?
Si sientes dificultades a la hora de disfrutar de tu sexualidad, relacionados con la conducta alimentaria, o bien vives conflictos que afectan a tu estado de ánimo o emocional; y has experimentado abuso, es importante buscar ayuda profesional.
En la esfera sexual, la terapia puede ayudar a entender que las dificultades para dejarse llevar en las relaciones sexuales, la tendencia a evitar la intimidad, la incapacidad para sentir un orgasmo o los encuentros sexuales impulsivos y de riesgo; pueden tener relación con la vivencia del abuso. En este sentido, las y los sexólogos serían los profesionales más adecuados. Para hacer una búsqueda fiable en tu zona, te recomendamos la Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología AEPS y la Federación de Sociedades de Sexología FESS.