Mi pareja no quiere venir a terapia
Cuando surge una dificultad sexual, a menudo nos enfrascamos en buscar culpables. Sin embargo, lo cierto es que la inmensa mayoría de problemas sexuales aparecen en el encuentro de las dos personas o ante la expectativa del mismo.
En buena parte de los casos que vemos en consulta, los síntomas que encienden las alarmas tienen que ver con la ejecución. Ya sea con la excitación (falta de erección o lubricación), el orgasmo (por eyacular involuntariamente, o por la ausencia del mismo, por ejemplo) o con el coito.
La dificultad sexual también puede ser consecuencia de otras cuestiones que afectan a la relación, como la confianza, la comunicación o la intimidad.
El problema también puede estar relacionado con la biografía sexual y lo que cada uno de los miembros entiende como satisfactorio o adecuado. Y es que, a falta de una educación sexual formal, «cada maestrillo tiene su librillo». El conflicto surge cuando ambos se encuentran en las antípodas y no están dispuestos a cambiar un ápice su visión de lo que es «normal» en sexualidad.
El caso es que todo lo que ocurre a un miembro de la pareja, afecta inevitablemente al otro, lo que a su vez tiene un efecto directo sobre el primero. El papel de las dos personas es fundamental a la hora de abordar una dificultad sexual. Es importante que, quien no presenta síntomas, apoye a su compañero en el proceso terapéutico, y se implique mostrando una actitud abierta al cambio propio. Su conducta puede ayudar a terminar con la dificultad sexual, aunque ello conlleve, a veces, que se visibilicen otros conflictos que estaban latentes hasta el momento y que también deben abordarse.
¿Qué hacer cuando la pareja se niega a implicarse en el cambio terapéutico?
A pesar de lo argumentado hasta ahora, hay personas que, por diferentes razones, son reacias a acudir a una consulta sexológica. Ante este hecho, el miembro de la pareja que está dispuesto a solucionar el problema de forma activa, puede realizar mejoras y cambios que le ayuden a:
– Comprender qué es lo que está ocurriendo y redefinir la situación. A veces partimos de concepciones erróneas o no somos capaces de conceptualizar lo que nos ocurre.
– Conocerse y aceptarse en su sexualidad. Ello le permitirá expresarse conforme a este conocimiento, de forma libre y placentera.
– Adquirir conocimientos, herramientas y prácticas que le permitan ampliar su visión de la sexualidad y de la pareja.
– Realizar los cambios necesarios para cambiar la situación. Sería el último paso, una vez tenemos claro qué es lo que nos ocurre y contamos con herramientas para resolverlo.
Si la pareja no ha sido partícipe del proceso, es importante que acompañe y acepte estos cambios. En caso de no aceptarlos, la estabilidad de esas modificaciones puede tambalearse pudiendo afectar negativamente a la relación. Y es que, las personas buscamos el apoyo y comprensión de quien más queremos. Carecer de ello nos avoca al desequilibrio emocional.
El boicot de la pareja puede ser más perjudicial que los síntomas iniciales. Así que, ante una dificultad sexual cuyos síntomas los presenta tu compañero, lo ideal es que acudais juntos a terapia y os impliqueis por igual en el proceso. Pero en caso de que no puedas o quieras hacerlo, es completamente necesario que acompañes, apoyes, escuches y cambies.