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¿Cómo afectan los roles de género a los encuentros íntimos?

Muchas de las dificultades que vemos a diario en nuestra consulta nacen, en parte, de ideas y creencias que se trasmiten socialmente. De éstas, se aprende un determinado comportamiento erótico. Un modelo de placer en el que se dan papeles a hombres y mujeres.

En nuestra sociedad, la sexualidad se considera parte esencial de la persona, independientemente de su sexo o condición social. Se reconoce, tanto en la mujer como en el hombre, la vivencia de su erótica de forma plena y satisfactoria. Incluso, mantener encuentros sexuales se entiende como una parte esencial en la pareja.

Con todo, y a pesar de que el goce femenino es reconocido, a la mujer se le otorga el rol de “a la espera de”. ¿De qué? De lo que haga el hombre. Puesto que, es de él de quien depende su satisfacción.

En el modelo que impera en nuestros días, el varón debe ser un experto en amatoria. Deber ser quien dirija la relación sexual y tenga un dominio absoluto de todas las posibles técnicas sexuales. Siendo él responsable del placer de ambos, la mujer es una mera espectadora, exenta de toda responsabilidad sobre su sexualidad, pues ésta dependerá del «buen hacer» de su compañero de cama.

Si a todo ello le añadimos que los encuentros eróticos continúan girando en torno a los genitales y el coito; es lógico que aparezcan dificultades. En el caso de ellos, relacionadas con sus genitales: el tamaño, la excitación y la duración de la erección. Y que a ellas les conduzca al más absoluto desconocimiento de su cuerpo, sus genitales y erótica. Este modelo hace más mal que bien.

Ojalá algún día el modelo social establecido nos lleve a convertir las relaciones sexuales en algo de dos (o más), en el que todo sea un juego envuelto por la ternura, la confianza y el respeto. Donde el único objetivo sea disfrutar de un camino repleto de múltiples sensaciones. Y que, por supuesto, se abrace la diversidad de los sexos.

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