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¿Cómo rebajar la auto exigencia sexual?

Cada vez nos encontramos con más personas que buscan mejorar sus relaciones desde la exigencia. Lo hacen en forma de pensamientos que empiezan con «Debería… tener más relaciones sexuales; masturbarme más; tener más orgasmos; sentir un placer más intenso o excitarme más…» , por citar sólo algunos ejemplos.

Y aunque es muy necesario plantearse retos y querer evolucionar, tanto en la esfera sexual como en todos los ámbitos de la vida, en este caso es importante preguntarse de dónde nace esa exigencia. ¿Viene de fuera o de dentro de mi? ¿Es algo que yo siento que me gustaría explorar, o más bien creo que debería «llegar a más» por los mensajes que recibo en mi entorno? En la respuesta está la clave. Porque una cosa es auto exigirse desde lo que se establece como “lo normal”, es decir, querer cambiar a través de la comparación con otras personas u otros modos; y otra muy distinta es promover ese cambio teniendo en cuenta mis deseos y mi propio camino.

En el primer caso, la autoexigencia se siente como una presión por cambiar. Ésta puede ser ejercida por la pareja (o parejas) de manera concisa; venir indirectamente de los medios de comunicación y las redes sociales (“si compras este producto vas a disfrutar más”) o de una sociedad que nos conduce a la insatisfacción constante y la búsqueda de la suma como objetivo vital. Porque la autoexigencia no aparece sola, sino que viene de la mano de unas expectativas demasiado altas en torno a la erótica. Por ejemplo, cuando se plantea como única posibilidad que las relaciones sexuales sean vividas como una experiencia brutal, pasional, salvaje, intensa, trascendental…., y se obvian otras posibilidades tanto o más erógenas como el caso de un encuentro sencillo, suave, tranquilo y cotidiano.

Cuando hay autoexigencia, el diálogo interno es negativo y nos presionamos mucho por “hacerlo bien”, con frases del tipo: “no puedo fallar”, “tengo que tener un orgasmo” “tengo que conseguir que tenga un orgasmo mi pareja”. Pero además, cuando se logran esos objetivos autoimpuestos los minimizo o paso por alto. Por ejemplo, no importa cuánto hayamos disfrutado durante el encuentro sexual, si no he tenido un orgasmo ya no vale.

¿Cómo auto motivarse?

Lo primero es no compararse, y dirigir la mirada hacia dentro. Conocerme y aceptarme como soy, con lo que me gusta más y lo que me gusta menos de mi. Tener una autoestima adecuada es imprescindible para poder plantearse retos eróticos. Si no te gustas en absoluto, si no aceptas tu cuerpo, es difícil plantearse cosas como mejorar la excitación o sentir más orgasmos.

Establece metas realistas, que tengan que ver con quién eres tú, y qué te apetece a ti. No compares tu sexualidad con la de tus parejas, amistades, pelis o anuncios. Cada persona tiene una manera única y valiosa de vivirse en su sexualidad.

El diálogo interno positivo nos ayuda a motivarnos hacia nuestras metas. En lugar de “Tengo que hacerlo”, empieza la frase con “Me apetecería…”. Estamos convencidas de que, desde ahí, aparecen cosas distintas a lo que sale cuando ponemos “tengo que”.

Disfruta de ese proceso de evolución, de cada paso dado y cada descubrimiento.

Escúchate y cuídate.

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