¿El tamaño importa?
Parece mentira que todavía hoy, este mito sobre la anatomía masculina permanezca y se propague generación tras generación. Es una obsesión desde el mismo nacimiento del bebé. Observar si está “bien dotado” y extraer de ello la conclusión de que será “un machote” cuando crezca. Puede que os parezca exagerado, pero nos basamos en hechos reales. Tras una crianza repleta de mensajes similares a este, es lógico que los hombres quieran tener un pene a la medida de su masculinidad: bien grande.
Nosotras nos hemos propuesto aportar luz sobre este tema, y os damos varias razones para ello:
En el caso del hombre, un pene grande no reporta un mayor placer durante el coito vaginal:
Sea largo, ancho, estrecho o corto; lo cierto es que una vez el pene está en erección, el placer que los hombres sienten durante el coito no cambia. Cada hombre conoce (o sería importante que conociese) la manera en que debe estimular este órgano para disfrutar del mismo. La fricción o el movimiento de bamboleo suelen ser las formas más habituales. Para el ejercicio de esta estimulación, el tamaño es lo de menos.
Por otra parte, es un error común olvidarnos del resto del cuerpo como parte de todo un sistema que debe excitarse. Esta afirmación sirve tanto para hombres como para mujeres. Y cuando nombramos el cuerpo, también nos referimos al cerebro. Obviamente, poseemos zonas más sensibles debido a una mayor concentración de terminaciones nerviosas, como por ejemplo, el glande del pene. Pero para que la sangre llegue hasta esas zonas, es fundamental que el hombre se excite.
El coito vaginal no es la principal fuente de placer de las mujeres:
El 70% de ellas afirma que en su caso el orgasmo se produce a través de la estimulación del clítoris. Y aunque para realizar la penetración vaginal hay determinadas posturas que favorecen la estimulación del mismo, el tamaño del pene no sería una variable a tener en cuenta en ello. Incluso si hablamos del denominado Punto G, sobre el que las últimas investigaciones apuntan a que se trata de una extensión interna del clítoris (no olvidemos que este órgano es como un iceberg); y teniendo en cuenta que la mayoría de las mujeres detectan esta zona interna introduciendo sus propios dedos, el tamaño del falo erecto solo debe ser, al menos, del tamaño de las falanges de su chica.
Las diferencias de tamaño en reposo, se reducen en erección:
Es decir, el pene más grande varía en menor medida su tamaño cuando se erecta que el pene que es más pequeño. En erección, la medida es similar de un hombre a otro (sí, hablamos en términos generales, más abajo nombramos las excepciones).
Además, los hombres tienden a comparar sus penes con los de otros en estado de reposo, lo que conduce a un error de percepción: el propio se mira desde un plano “picado” (desde arriba) mientras que el pene ajeno se observa desde un plano “panorámico” (de frente). Coge un boli y colócalo en vertical a la altura de tu pene. Después sitúa ese bolígrafo en un lugar frente a ti. ¿En qué posición lo ves más grande?. Este juego de percepciones dificulta que se realice una comparación rigurosa y objetiva del propio pene con respecto del de otros.
El hombre no es quien debe “dar” placer a la mujer.
Que ella disfrute no depende de que aguantes la erección, de la fuerza de la misma o de que le penetres con mayor o menor profundidad. Ya hemos dicho que el coito es una práctica más, porque el placer que se obtiene a través del mismo puede ser tanto o menos que el que se siente mediante otras prácticas.
También es importante tener en cuenta que la vagina de la mujer sólo tiene sensibilidad en su primer tercio, siendo irrelevante que la penetración realizada sea más o menos profunda, y el pene más o menos grande. En el caso de penes muy grandes, las mujeres sí pueden sentir el “golpeteo” en su pelvis, pero ello no significa que les sea satisfactorio. Sea como fuere, el placer de la mujer es responsabilidad de ella misma, y no de lo que él tenga entre las piernas.
Así que, empieza a querer a tu pene tal y como es. Los dispositivos de alargamiento que puedes encontrar en Internet no prueban una eficacia real, pero además, no te aseguran mayor placer. El que disfrutes de tus relaciones sexuales depende del tamaño de tu autoestima, y no de tus genitales. Quiérelos como son. Son tuyos
Nota: este artículo se refiere a población general sin peculiaridades anatómicas que deriven en dificultades funcionales. Además, durante el post nos hemos referido a las relaciones sexuales hetero puesto que es predominantemente en éstas donde el mito del tamaño como sinónimo de placer ocurre más frecuentemente, asociado al coitocentrismo.
Para profundizar más sobre este tema, te invitamos a leer a Fernando Villadangos pinchando aquí.