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Confinados y sin libido: cómo recuperar el deseo

Si ahora que estás todo el tiempo con tu pareja en casa no te apetece mantener relaciones sexuales, no te preocupes. Es lógico. Te contamos por qué.

¿Cómo funciona el deseo?

Se tiende a pensar en el deseo como un impulso instintivo, similar al hambre que nos induce a la ingesta. Sin embargo, a diferencia del apetito, el deseo sí se puede apagar, y de hecho, es vulnerable a todo lo que nos ocurre.

Cuando se produce una alerta en el sistema, el cerebro bloquea todos los mecanismos de deseo y placer, y se centra en hacer frente a ese potencial peligro.

El Sistema Nervioso Autónomo, que regula diversas funciones del organismo, se compone del sistema nervioso simpático y el parasimpático. Ambos actúan de forma que cuando uno se pone en marcha, el otro se apaga.

La preocupación y la ansiedad provocan que se active el sistema de “alerta”, es decir, el Sistema Nervioso Simpático, al servicio de la huida, la lucha, y la tensión. Mientras, el sistema Parasimpático, que regula la relajación, la tranquilidad, la saciedad, el deseo y el placer, no puede funcionar.

Por eso es lógico que, ante la situación incierta e insólita que estamos viviendo, tu cuerpo no esté para mucho chiste.

¿Cómo recuperar el deseo durante la cuarentena?

Haz dieta informativa. No consumas noticias que puedan acrecentar tu preocupación. Acude a fuentes fiables y restringe el tiempo para informarte.

Cuida tu aspecto, de manera que te sientas bien contigo mismo. No se trata de que te pongas de gala pero sí de que te veas bien. La buena autoestima fomenta el deseo.

Reserva tiempo libre para ti: con el teletrabajo y los hijos en casa es más difícil, pero también mucho más necesario. El estrés inhibe el deseo, por lo que es importante promover la desidia y no exigirse estar al 100%.

Reservad tiempo para vosotros: si tenéis hijos mayores de 5 años, podéis explicarles que vais a estar una hora en vuestra habitación. Consiste en darles confianza y ofrecerles la oportunidad de demostrar su responsabilidad. Eso sí, esto abre la veda a que ellos os pidan en otro momento que les dejéis en su habitación por un rato sin vuestra irrupción. Una forma sencilla de aprender el valor de la intimidad.

Ajustad expectativas: quizá en este momento los encuentros sean más sensitivos, con mayor contacto epidérmico que genital. Pero no por ello sean menos intensos.

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