«No sabemos si continuar juntos»
Para muchas parejas en crisis, la terapia es el último cartucho para intentar salvar la relación. Cuando llegan a consulta suelen venir muy angustiados y nos piden respuestas concretas. Quieren que les digamos si la relación tiene futuro o es mejor que se separen. Creen que el terapeuta puede darles la respuesta y pretenden delegar en éste su decisión personal.
Nuestro papel consiste en ayudar a ambos miembros a encontrar las respuestas que les permitan reducir la ansiedad. Y aunque no podemos saber qué futuro le espera a la relación, existen algunos elementos que auguran la ruptura. John Gottman los denomina “Los Cuatro Jinetes de la Apocalipsis”
Las críticas
Siempre tendrás alguna queja de la persona con la que vives. Pero entre las quejas y las críticas hay una enorme diferencia. La queja se refiere a una acción específica en la que tu cónyuge ha fallado. Mientas que la crítica es más global, incluye palabras negativas sobre el carácter y la personalidad de tu pareja. La crítica incluye culpa y difamación.
El desprecio
El sarcasmo y el escepticismo son formas de desprecio. Lo mismo que los insultos, poner los ojos en blanco, la burla y el humor hostil. El desprecio envenena las relaciones porque implica disgusto. Es imposible resolver un problema cuando tu pareja está percibiendo que estás disgustado con ella. El desprecio aumenta el conflicto en vez de favorecer la reconciliación.
La actitud defensiva
Con la actitud defensiva estamos culpando al otro de lo que él nos acusa. Cuando uno de los dos se defiende, el otro ni siquiera escucha lo que dice sino que se afianza en su posición.
La actitud evasiva
Cuando las discusiones tienen un planteamiento violento, las críticas y el desprecio provocan una actitud defensiva, y finalmente uno de los cónyuges se distancia.
La forma en que la pareja aborda los conflictos nos aporta muchas pistas sobre lo dañada que está la relación. Si iniciamos una discusión de forma violenta, es probable que acabe sin una solución. Cuando la negatividad de uno de los dos resulta tan súbita y abrumadora para la otra persona que se siente conmocionada e indefensa frente a la agresión, hasta el punto de que haría cualquier cosa por evitar una réplica, ésta se evade como una protección para no sentirse abrumada.
Por el contrario, los intentos de desagravio mitigan la tensión emocional entre ambos, ayudando a bajar la tensión. Mantener una comunicación adecuada, hasta en los momentos de mayor confrontación, ayuda a la pareja a visualizar de forma más clara sus dificultades y por tanto, la resolución de las mismas. Para ello hay que centrarse en las conductas concretas que nos molestan, calificar éstas (y no a nuestra pareja), hablar desde los sentimientos propios y mantener una escucha activa de lo que nos tenga que decir al respecto. Todo ello no nos garantiza que nuestra relación de pareja dure «para siempre» (nada lo hace). Eso sí, si llega el momento de separarse, la relación puede transformarse y pasar a la amistad o a ser, al menos, cordial y positiva.