Cuando tu pareja no te entiende
Cada semana acuden a nuestro centro parejas que presentan grandes dificultades de comunicación. Nos dicen que se quieren, pero que no saben cómo hacer para comunicarse con el otro. Sienten que no le pueden hablar de nada y si lo hacen acaban a gritos o cada uno por su lado. Frases como “No me escucha cuando le hablo”, “No me entiende”, “Es mejor no decirle nada”, “Cada vez que le digo algo se pone a la defensiva” son habituales.
La comunicación es uno de los elementos más importantes de una pareja, y que funcione bien o mal va a ser un gran predictor de la satisfacción que siente cada miembro con la relación. Una mala dialéctica prácticamente asegura una ruptura a medio plazo. En este sentido, es tan importante el contenido del mensaje como la forma y el contexto en el que se trasmite. No es lo mismo llamarle “tonto” al otro, si lo hacemos a gritos y los acompañamos de una gesto de enfado, que si lo hacemos con una mirada seductora y en un susurro. De la misma forma, es distinto decir: “¡eres un desastre!” a “cariño, ¡otra vez ten más cuidado con las zapatillas cuándo hayas pisado el césped!”
A la hora de comunicarnos en pareja, debemos tener en cuenta algunos aspectos que os detallamos a continuación:
No presuponer ni interpretar.
Tenemos la mala costumbre de suponer qué piensa y cómo se siente la otra persona ¿De verdad crees que va a ser tan sencillo como suponerlo? Por muchos años de relación que os unan, nadie tiene el poder de leer las mentes de los demás. Pregunta cuando no entiendas aquello que tu pareja te quiere decir o tengas dudas .
Las interpretaciones son subjetivas y están teñidas del significado que les des, basado en tus creencias y emociones. Cuando nos dice algo nuestra pareja, hay que asegurarse de que hemos entendido su perspectiva en lugar de añadir la nuestra a su mensaje. Por eso, la mejor opción consiste en preguntar.
Practica la escucha activa y la empatía.
Si mientras la otra persona habla tu estás pensando en qué vas a decirle luego, no solo no te enteras del mensaje, sino que la esa persona no se sentirá comprendida y validada por ti. Por su parte, ser empáticos con el otro nos permite tener en cuenta cuáles son sus necesidades y perspectivas, y no sólo las nuestras.
No recurrir al pasado, cuidado con la agenda oculta.
Lo que ocurrió en el pasado tiene que quedar allí donde sucedió. Recurrir a los daños y errores anteriores tan solo hará que la discusión vaya a más. Es necesario saber discriminar entre lo que ha pasado ahora y lo que ya pasó. Si hay temas pendientes, pueden tratarse en otro momento.
Hacer una pausa para calmarse.
Discutir mientras nos encontramos en un estado de ánimo irritable tan solo será un obstáculo en nuestra relación. Más vale hacer una pausa, relajarnos o calmarnos y comenzar a hablar cuando estemos más tranquilos. De esta manera, evitaremos malentendidos y conflictos cada vez mayores que puedan repercutir en nuestra relación. Si sientes rabia o estrés detente. Cuestiónate, “¿qué evidencia tengo de que es cierto lo que pienso?”
Recordar el objetivo de la comunicación.
A veces cuando discutimos o hablamos con alguien perdemos el objetivo de aquello que queríamos transmitir. Se recomienda tener claro de qué se quiere hablar, tener un mensaje claro para que no nos perdamos en divagaciones absurdas o que poco tengan que ver con el tema principal.
No personalizar, no está hablando de ti.
Puede que tu pareja te esté contando algo y creas que está haciendo referencia a ti de manera indirecta. Personalizar que lo que dice nuestra pareja es porque no le gustamos o porque va a por nosotros no es lo más recomendable. Al igual que tampoco lo es cuando tengamos que decirle algo hacer referencia a su forma de ser, sino que es mejor referirnos al comportamiento o aspecto concreto que nos ha molestado.
Saber cuándo y dónde comunicarnos. El momento y el sitio son importantes. No todos los lugares ni todos los momentos son ideales para hablar de ciertos temas. Por ello, es importante analizar qué queremos decir y cuándo será el mejor momento para hacerlo, al igual que tener en cuenta cómo se encuentra nuestra pareja.
Tener buenas intenciones en nuestras conversaciones
Cuando te dirijas a tu pareja hazlo con la intención de construir, con el deseo de que cuando termines de hablar el otro se sienta mejor porque seguramente recibirás lo mismo al instante, como si fuera un espejo. De nada vale ir a hacer daño porque no ganas nada con eso. Olvídate del rencor y las malas intenciones, si estás enfadado tómate un respiro y deja la conversación para otro momento. No empañes tus intenciones de rencores, orgullo o sinrazones, contagiarlas de bienestar, crecimiento y serenidad.
Os invitamos a ponerlo en práctica en vuestras relaciones. Si os resulta complicado, podéis contactar con nosotras para ayudaros a mejorar vuestra comunicación.